La Casa de la Cascada - La mejor 80 años después

En un frondoso bosque, se asienta sobre la ladera y se extiende por encima de las cascadas, como si siempre hubiera estado allí, el prefecto ejemplo de la arquitectura orgánica que promueve la armonía entre la naturaleza y el hombre, la extraordinaria integración con el entorno, la Casa de la Cascada - conocida como Fallingwater.      

Como si el agua manara de su interior, la Casa de la Cascada está construida sobre una caída de agua del arroyo del Oso. El arquitecto Frank Lloyd Wright, pretendía que el rumor del agua invadiera toda la casa. Al mismo tiempo, que la construcción se mimetizase con el hermoso bosque del suroeste de Pittsburgh (Pensilvania) donde está enclavada.

Edgar Kaufmann, era un hombre de negocios de Pittsburgh. Su familia poseía varias cabañas cerca de la cascada. El Señor Kaufmann contacto con Wright para encargarle una nueva residencia para los fines de semana. El autor quiso corresponder al cariño que la familia Kaufmann sentía por aquel arroyo de montaña del que disfrutaban del sonido del agua y de la naturaleza que lo rodea; con esta obra magistral.

Las marcadas líneas horizontales y verticales que se originan, constituyen la característica más distintiva. Wright resolvió el diseño de la casa alrededor de la chimenea, el corazón de la casa, situada en el salón de la casa, lugar de reunión de la familia. La base de la construcción son las rocas que conforman el terreno, algunas de ellas se integran en el forjado de la primera planta asomándose junto a la chimenea, lo que integran la cascada en el interior de la propiedad. Esta estancia incluso cuenta con una bajada que conduce directamente al agua. Todas las estancias de la casa se comunican directamente con el entorno natural a través de amplios ventanales y armonizan con el paisaje. Hormigón, piedra rugosa, piedra nativa, madera y acero son los materiales utilizados para la construcción. 

Edgar Kaufmann Junior donó la propiedad a la Sociedad de Conservación del Oeste de Pennsylvania, desde 1964 es un museo con gran afluencia. Es la única gran casa de Wright abierta al público en su estado original, conserva la esencia original y singularidad como si no hubiese pasado el tiempo: casi todos los muebles diseñados por Wright siguen en su sitio, la decoración y las obras de arte.

Es considerada “la mejor obra de arquitectura norteamericana de todos los tiempos” según los miembros del American Institute of Architects.